lunes, 28 de mayo de 2012

GINGER de @TinaJaraRnRS



Entré al club como cada jueves por la noche. El humo del ambiente tan cargado me hizo entrecerrar los ojos que ya empezaban a picarme mientras se acostumbraban a la tenue luz del local.

Me senté en la barra. Pedí lo de siempre. Doble de vodka, Grey Goose por supuesto.

Seguí el patrón semanal: observé a las chicas, paseando la mirada una por una, buscándola a ella, Ginger.

Ginger, Ginger, Ginger, Ginger, Ginger, Ginger, Ginger, Ginger Ginger, Ginger, Ginger. Su nombre retumbaba en mi cabeza sin cesar.

Ginger era una chica del barrio, veintitantos, dicen que no quiso estudiar y acabó de bailarina de barra americana, aunque creo que la vida tampoco la trató demasiado bien. Su madre era alcohólica y su hermano el camello del barrio. Años atrás yo mismo fui a su casa cientos de veces a pillar lo mío. Ginger siempre estaba en el mismo sitio, tirada en el sofá viendo no sé qué mierda de programa para adolescentes. A veces me miraba mientras yo esperaba a que su hermano me vendiera la coca. A veces me sonreía y puedo decir que ya entonces-y de esto hace unos años-tenía la sonrisa más sexy del mundo.

Ginger … peligrosa, pelirroja, labios de infarto, ojos verdes y un cuerpo voluptuoso que en mis sueños me volvía loco cada noche. Siempre soñaba lo mismo, soñaba que estaba sobre mí, desnuda, y que su pelo largo y rojo caía sobre mi cara con cada una de mis embestidas. Aunque sólo era un sueño porque en el club no podía tocarla. Sólo mirar decían los carteles.

Yo, a punto de cumplir los cuarenta, alcohólico y ahora ex cocainómano, mucho tiempo sin tener sexo de verdad porque la gran mayoría de las noches acababa demasiado borracho como para intentar meterla en ningún sitio. Y eso era un problema porque me moría de ganas de estar dentro de ella.
Ese día había bebido menos de lo habitual, tenía que llegar lo suficientemente sobrio a la hora de cierre del club porque esos sueños me estaban volviendo loco. Lo normal era que me quedara noqueado mientras Ginger bailaba. Ya no podía esperar más. Debía ser esa noche, tenía que aguantar sin desmayarme para descubrir lo que se sentía de verdad al tener su pelo rozando mi cara y mi polla dentro de ella.

Pedí otro vodka, me mojé los labios para poder sentir de nuevo el escozor del alcohol recorriendo mis venas y avancé hasta la tarima roja sobre la que se movía Ginger, tan sensual, tan eróticamente salvaje y volviéndome tan loco con cada movimiento de sus caderas.

Me quedé plantado frente a ella como una estatua, esperando para obtener toda su atención. Me miró, nos miramos y ella me dedicó una sonrisa muy perversa mientras se deslizaba insinuante por la barra americana. Se me puso dura instantáneamente y para compensar me mordí el labio tan fuerte que me hice sangre y ella abrió sus ojos sorprendida. Le tendí la mano para ayudarla a bajar del escenario, ella se agarró aunque al bajar acabó con su boca en mi cuello y eso no me ayudaba mucho. Ese pequeño roce me ponía más cachondo todavía.

Ella ya sabía lo que había. Un privado.

Cabinas cerradas con cortinas. En el interior sillones blancos de diseño, una mesita de metacrilato transparente y la cámara de seguridad, para controlar.

Entré primero, dejé el chupito y dos billetes de cincuenta sobre la mesa. Me acomodé en el sillón.

-¿Qué clase de baile quieres?-me preguntó Ginger.
-Haz lo que quieras. Échale imaginación-le contesté yo.
-Como quieras. Ya conoces las reglas. Sólo mirar, nada de tocar. Sólo yo te puedo tocar si quiero. ¿Queda claro?

Asentí moviendo la cabeza de arriba a abajo y alzando las manos.

            Ginger comenzó a bailar moviendo sus caderas de un lado a otro, bajando poco a poco y volviendo a subir. Yo no le quitaba ojo, no podía apartar mi mirada de ella.

-Hoy estás distinto, parece que no te vas a quedar dormido-me dijo sin parar de contonearse, acercándose a mi poco a poco, fijando sus ojos verdes en mi.
-No. Hoy pienso estar despierto toda la noche.

Ginger se pasó las manos por los pechos sin parar de mover las caderas como un demonio y un calor procedente del mismo averno se apoderó de mi cuerpo, de mi mente y de mi polla que crecía cada vez más.

Ella seguía bailando para mí.

Yo luchaba por no tocarla, ya no sabía que hacer con mis manos, unas manos que se rebelaban por tocar cada centímetro de su piel. Su culo ya estaba casi rozando mi cara y yo me relamía el labio inferior que todavía sabía a hierro, pero lo que de verdad estaba deseando era retirar esa minúscula braguita que nos separaba y follármela con la lengua para descubrir el sabor que se escondía entre sus piernas. Y no podía. Sólo mirar decía el cartel. Querer y no poder.

Ginger se sentó a horcajadas sobre mí, puso las manos sobre mi pecho para sujetarse mientras arqueaba la espalda echándose hacia atrás. Al subir su sexo quedó pegado al mío. Yo noté su calor y ella pareció sorprenderse al notar mi erección. Sus ojos se agrandaron y una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. Se frotó, se frotó tanto contra mi polla que creí que iba explotar. Mis manos que estaban estiradas a lo largo del cabecero se agarraban con fuerza al relleno del sillón. Yo sólo quería tocarla, acariciarla, besarla y lamer cada rincón de su cuerpo.

Ginger se incorporó, separándose de mí.

-El baile ha terminado-me dijo Ginger

Me levanté, me bebí de un trago el Grey Goose y me dispuse a salir.

-Ginger- dije
-¿Sí?
-Te espero fuera

No contestó, pero sus ojos ardieron de deseo.

La esperé un rato fuera, apoyado en el coche. Saqué un Marlboro y lo encendí. El resplandor del encendedor iluminó mi cara. La vi salir. Me miró, dijo algo a las chicas que la acompañaban y comenzó a andar hacía a mí, como una diosa bajando del Olimpo. El pelo alborotado por la brisa nocturna, los pechos sobresalían por su escote, sus piernas me parecían cada vez más largas y su falda más corta.

-¿Qué quieres?-me preguntó

La miré y me reí. Ya nadie nos oía. Sólo estábamos ella y yo. Su coche y el mío.

-No te rías y dime qué quieres- volvió a decir un poco enfadada.

Paré de reír. Me puse serio y la miré, frente a frente. Este era mi momento y no podía andarme por las ramas ni aplazarlo un segundo más.

-Lo que quiero es meterme dentro de ti toda noche, follarte de todas las formas posibles hasta que no puedas más y me supliques que pare y que grites, que grites mucho cuando me corra dentro de ti -suspiré un segundo y la agarré por los hombros-porque estoy obsesionado, sueño todas las noches contigo y no puedo sacarte de mi jodida cabeza y …

Y Ginger tapó mi boca con sus labios. Nos besamos larga y profundamente. Reconociéndonos, ardiendo. Mordió mi labio que volvió a sangrar y lo relamió. Ese gesto me volvió loco. Agarré su culo, pegándola más a mi erección, metí la mano por debajo de su falda para acariciar y tocar todo lo que mis dedos abarcaran ¡sorpresa!

-No llevo bragas-dijo riendo
-Mucho mejor, entremos en el coche.

            Nos colocamos en la parte trasera y Ginger que no paraba de besarme me desabrochó los pantalones y me ayudó a deshacerme de ellos, sin darme tiempo se abalanzó sobre mí, me bajó los calzoncillos y me obligó a quedarme sentado con el culo sobre mis talones, cuando quise darme cuenta sus labios y su lengua ya estaban jugando con mi glande, jadeé porque una chica de su edad no debería saber hacer tan bien esas cosas. ¡Oh joder! Agarré su pelo y mantuve el ritmo hasta que supe que no iba a aguantar mucho más.

            -Espera, espera. Ahora me toca mi.
-Vale, pero enciende la radio- me pidió Ginger
-No. Aquí no tienes que bailar para nadie-respondí
-Te equivocas, esta noche voy bailar sólo para ti-contestó ella.

No me hizo caso y la encendió. Era una chica rebelde.

Sonaba You don´t own me, una versión, The Blow Monkeys. La canción se equivocaba porque esta noche sí me pertenecía, era sólo para mí.

Ginger se había quedado dándome el culo, aproveché su postura, le acaricié las piernas, separándoselas, le subí la falda hasta la cintura, le pasé la mano por su precioso sexo húmedo que ya estaba listo para recibirme; pero primero quería darle lo que ella me había dado mí. Pasé la mano por delante de su pierna y con el dedo corazón comencé a acariciar su hinchado clítoris mientras lamía lentamente sus labios. Ella gemía y presionaba su cuerpo contra mi boca. Mi lengua quería dar más placer y empezó a conjugar los lametones con las penetraciones. Ginger no aguantó más, gritó y se corrió en mi cara y con mi lengua dentro de ella. Me encantó oírla gritar de placer.

Después de unos segundos para recuperarnos Ginger agarró mi polla con decisión y en esa misma postura se la colocó en su entrada y se deslizó hasta que no pudo entrar más, yo suspiraba pero ella no me dio tregua y comenzó a subir y bajar ayudándose de los reposacabezas delanteros a un ritmo de vértigo, me iba a correr y ella también, otra vez, porque su vagina me apretaba la polla cada vez más haciéndome sentir un placer infinito y llegó el momento, me agarré a sus caderas e incrementé el ritmo, embistiendo una y otra vez, y una más hasta que Ginger gritó, gritó mi nombre y yo grité con ella mientras vertía todo mi ser dentro de ella.

Me salí de ella. Ginger se puso a horcajadas sobre mí, me besó el cuello y en la boca. Susurró algo en mi oído y se echó a un lado.

Era el fin.

Después de vestirnos, salimos del coche a tomar el aire y a fumar. Nos mirábamos y sonreíamos como dos tontos.

            -Me marcho-dijo ella
-Nos vemos- le dije a Ginger al despedirme

Ginger me miró directamente a los ojos. No me contestó; pero me besó lenta y dulcemente. Me dijo adiós levantando la mano. Se subió en su coche y no miró atrás.

Volví al club la noche siguiente con la esperanza de volver a verla. Repetí mi patrón: observé a las chicas, paseando la mirada una por una, buscándola a ella, Ginger; pero Ginger ya no estaba, me dijeron que se había largado. En este momento sólo estábamos Grey Goose y yo, como siempre era el único que no me fallaba.

Por eso no quería música en el coche la noche anterior. Cada maldita vez que escuchara esa canción la tendría sobre mí. Ahora me daba cuenta de que el equivocado era yo y no The Blow Monkeys. You don't own me, Don't try to change me in any way. You don't own me, Don't tie me down 'cause I'd never stay.

Siempre la recordaría sobre mí, con su pelo sobre mi cara, susurrando mi nombre como si nunca más hubiera querido  nombrar a otro y diciéndome que había deseado hacer esto desde que me sonrió, años atrás, en aquel sofá…                                 

viernes, 11 de mayo de 2012

JUEGOS de @kvhote

Un día, mientras estas de compras, recibes un mensaje mío, "¿quieres ser mi esclava?", la pregunta te pilla por sorpresa pero el calorcito que empiezas a sentir subiéndote por las piernas te convence para mandarme un mensaje aceptando. Yo te digo que si quieres ser mi esclava necesito una prueba de tu obediencia y te ordeno que entres en una tienda y en el probador te quites las bragas, me mandes una foto de tu sexo y guardes después las bragas en tu bolso. Quiero que andes sin bragas hasta que vengas a casa. Tu obedeces por que empiezas a sentir curiosidad mezclada con excitación por saber lo que te estoy preparando...entras en la primera tienda que encuentras y tras coger un par de prendas de ropa para disimular y te metes en el probador para bajarte los pantalones y notar como tus bragas han empezado a humedecerse un poco. Cuando te las has quitado las guardas en el bolso y sacas el móvil para hacerte la foto, pero cuando abres las piernas para mostrármelo bien abierto una de tus manos no puede evitar acariciar levemente tu ingle lo que hace que te entren unas ganas locas de jugar un rato y así me lo haces saber en el mensaje que me mandas. Yo te contesto que dejes de tocarte, solo podrás hacerlo cuando tu amo, ósea yo, te lo diga. Tu obedeces aunque para entonces tus muslos ya resbalan y te vuelves a poner los pantalones para salir de la tienda mientras notas las costuras rozando tu entrepierna...mi mensaje tarda un poco en llegar y tus calores empiezan a hacer que te muerdas el labio de vez en cuando. Quiero que vayas a casa y en el ascensor te quites también el sujetador. Tu estas ansiosa por saber lo que voy a hacer contigo y aceleras para llegar a casa cuanto antes ya que no estás segura de poder aguantar sin tocarte...cuando entras por la puerta de casa todo está a oscuras y oyes mi voz desde el salón diciéndote que vengas y me des tu sujetador y tus bragas para comprobar que eres una buena esclava, y así lo haces. Te digo que te acaricies los pezones hasta que los tengas bien duros para que pueda verlos marcados en tu camiseta. Después quiero que te la quites y te des la vuelta con las manos a la espalda, tu obedeces y me acerco a ti poniendo mi paquete contra tus manos, mientras te digo al oído, después de lamer tu cuello, que como se te ocurra mover las manos te quedas sin lo que notas a través de mi pantalón. Tú te muerdes el labio de las ganas que tienes de tirarme en el sofá y comértela entera mientras yo me arrodillo a tu espalda para agarrarte bien fuerte el culo y abrirlo para meter mi lengua bien adentro... Después mis manos se encargan separar tus muslos para pasar el brazo entre tus muslos mojados y apretarlo bien contra tu entrepierna y obligarte a que muevas tu culito adelante y atrás. Después me levanto para pegarme a ti y llegar hasta tu cono rodeándote con los brazos, haciendo que te inclines ligeramente hacia delante y abro tus labios para poder jugar bien con tu clítoris. Una vez te oigo empezar a suspirar me separo de ti y te digo que te tumbes boca abajo sobre la mesa del salón, pero tu estas tan caliente que intentas darte la vuelta para tocarme, pero te veo las intenciones y te agarro de los brazos para evitar que lo hagas y acerco la boca a tu oído, a la vez que mi pantalón lo hace a tu culo para rozarse contra él, para decirte:" eso no es de buena esclava, debería darte unos azotes?"


Tu cuerpo se estremece con la idea y comienzas a caminar hacia la pequeña mesa de centro para tumbarte sobre ella. La superficie esta fría y un escalofrío recorre tu espalda haciendo que sin quererlo tu culo se ponga en pompa, momento que aprovecho para darte un azote." Eso por ser una niña mala", te digo, y me dedico a atar tus manos y tus tobillos a las patas de la mesa para que te estés quietecita.


Tus pezones se endurecen al contacto con el frio mármol de la encimera y te provoca un leve suspiro para llenarte más tarde de excitación.


Tus muñecas atadas a la parte delantera de la mesa, tus tobillos bien sujetos a cada una de las patas, haciendo que tus piernas se abran casi por completo y tu culo quede ligeramente elevado. "Bonitas vistas" te susurro al oído mientras te dejo comprobar, al acariciar mi pierna tu brazo, que estoy completamente desnudo y dispuesto a jugar contigo, a hacer que tus manos se aferren a la madera de las patas, a conseguir que cada poro de tu piel transpire placer.


Me retiro un poco para poder acariciar tu espalda con la yema de uno de mis dedos y me inclino para recorrer todo tu cuerpo desnudo con la punta de mi lengua, comenzando en tu cuello para resbalar por tus hombros y continuar bajando hasta llegar a tu culo, besar y lamer cada centímetro de él mientras mis manos aprovechan para agarrarlo con fuerza. Mi boca esta entretenida por lo que mis manos siguen su vertiginoso descenso paseándose por la cara interior de tus muslos y llegando a las rodillas, dónde mis labios vuelven a reunirse con ellas para terminar ese sabroso recorrido besando tus piernas, mordisqueando tus tobillos, apretándolos con dos dedos...y concluir desandando el camino con la punta de mis dedos para terminar acercando mi boca a tu oreja y morder tu lóbulo y escuchar lo que eso provoca en ti.
Vuelvo a separarme para ir en busca de un poco de hielo. Cuando regreso tu cuerpo se mueve ansioso, intentando liberarse de sus ataduras, pero te detienes en seco al notar el frio de un cubito de hielo en tus muslos. Tu cuerpo se estremece, pero dura poco debido a que estas tan caliente que el hielo se evapora rápidamente. Tu cuerpo vuelve a relajarse, a pesar de que el ritmo de tu respiración sigue en aumento, y giras la cabeza hacia uno y otro lado con la intención de ver donde estoy y que estoy preparando, pero me encuentro a tu espalda, dispuesto a hundir mi boca en tu entrepierna y disfrutar del movimiento de tu culo, lejos del alcance de tu mirada. Tus piernas se tensan y los dedos de tus pies ejercen más fuerza contra el suelo para que levantar mas tu culo y dejar paso libre a mi juguetona lengua, que se dedica a inspeccionar curiosamente, despacio y tomándose su tiempo, tu sexo, tus ingles, tus muslos...y consigue arrancarte otro jadeo de placer. No puedo ver tu cara, pero te imagino mordiéndote el labio para evitar gritar demasiado.
Una vez que compruebo que tus muslos están bien húmedos, con la mezcla de tu excitación y mi saliva, es hora de dejar que veas que no eres la única cuya excitación hace estragos en su cuerpo, por lo que me coloco delante tuya, con mi sexo erecto a punto de rozar tus labios. Intentas acercarte más a mí, a él, pero las ataduras no te lo permiten, lo que hace que tu deseo por comerme entero se dispare.


Me pides que te suelte, que te deje jugar a ti también... Yo te respondo que todavía no he terminado de jugar contigo, y que ahora empieza lo bueno.


Desato tus tobillos para que puedas apoyar las rodillas encima de la mesa y compruebo como tus caderas se mueven solas, con un ligero vaivén en círculos que me resulta hipnótico y me lleva a caer de rodillas detrás de ti deseando saborear todo aquello que veo. Y mi boca se pone a ello hasta dejar tu culo y tus piernas bañadas por mi saliva. Sujeto tus glúteos con mis manos y tiro de ellos hacia mí, haciendo que mi lengua se hunda aun más en tu interior, haciendo que morderte el labio no sirva para evitar que tu boca pida mas a través de suspiros entrecortados. Y decido darte aquello que pides, pero antes de soltarte del todo me pongo un condón para aprovechar a jugar un poco más contigo, para ponerte un poco más cachonda si fuera posible.
Entro en ti muy despacio, haciendo que apenas la sientas resbalar en tu interior, y salgo de la misma manera, dejándote con más ganas todavía. Tú gimes que no es eso lo que quieres, que estas deseando sentirla bien dentro, y por esta vez te concedo tus deseos haciendo que mis muslos suenen al golpear contra tu culo.


El primer susurro no tarda en convertirse en un grito de placer con la segunda acometida de mi miembro, y tras una tercera tus dedos se agarran a la mesa como queriendo hacerla astillas. Sigo de esa manera un par de minutos hasta que decido intensificar el ritmo, un poco más, otro poco mas...el sonido de los golpes inunda el salón y la mesa comienza a moverse de su situación original.


Tus piernas se tensan todavía más antes de relajarse al salir de ti para ponerme delante y observar como tu cuerpo se retuerce, como tus unas arañan la madera, como tus pechos se agitan sinuosamente.


Me agacho frente a ti y mientras nuestros labios se enzarzan en una lucha de placer te desato de la mesa.


Una vez libre te pones en pie y me acerco a tu oído, mientras tus manos juguetean ya con mi cuerpo, que te dejo hacer lo que más quieras en ese mismo momento.

Tus ojos se abren de par en par y me empujas hacia el sofá, haciendo que casi me caiga sobre él, para tirarte encima de mí y lamer todo mi cuerpo mientras me siento bien.


Después me besas el cuello mientras yo te como la oreja y sin saber cómo ya estas encima mío.
Te dejas caer sobre mis piernas, lo que provoca que tu espalda se arquee por el placer y mi mirada se vaya al techo, y comienzas con lo que hace un rato era un ligero viven de tus caderas. Solo que ahora te mueves como si montaras un potro salvaje, tus manos agarran mi pelo y las mías hacen lo propio para ver como nuestros ojos van y vienen, como nuestra lengua revolotea en la boca.
Poco a poco subimos un poco más el ritmo, yo empiezo a moverme en círculos debajo de ti, y enseguida llegamos al punto de no retorno, a ese punto en el que la razón vuela lejos dejando tan solo dos cuerpos consumidos por el fuego de un polvo salvaje y de un placer desenfrenado.